La gente perfecta, los lugares exactos, la naturaleza más sabia que creí conocer y el aire más puro que jamás supe sentir.
Viajas para disfrutar y disfrutas viajando.
El pasto, las piedras, la tierra y la ceniza.
El agua y el sol, el calor intolerable y el frío penetrante.
La plenitud se alcanza cuando uno hace lo que quiere y con la gente que quiere: el destino quiso que las personas y los paisajes se dispongan de tal manera para alcanzar la gracia eterna en un viaje soñado.
La felicidad se parece a esto.
Sentir es estar vivo.
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