"Ya sea en la música o en la ficción, lo principal es el ritmo. Tu estilo tiene que tener un ritmo bueno, natural, firme o la gente no va a serguir leyéndote. Aprendí la importancia del ritmo de la música y, específicamente, del jazz. A continuación, viene la melodía, que en literatura viene a ser un ordenamiento apropiado de las palabras para que vayan a la par del ritmo. [...] Si las palabras se acomodan al ritmo de una manera suave y bella, uno no puede pedir más. Lo siguiente es la armonía: los sonidos mentales que sostienen las palabras. [...] Prácticamente todo lo que sé acerca de escribir, lo aprendí de la música. [...]
Si yo no hubiera estado tan obsesionado con la música podría no haberme convertido en novelista. [...] Mi estilo está tan profundamente influido por los riffs salvajes de Charlie Parker, digamos, como por la prosa elegantemente fluída de Scott Fitzgerald [...]."